José Luis Mangieri
En los obituarios se consignó que había recibido el Premio Konex y también el premio a la trayectoria de la Cámara del Libro, y que era Ciudadano Ilustre de la ciudad de Buenos Aires. Pero lo más importante no lo pusieron. No dijeron que él fue un “vecino ilustre” de Parque Patricios, de Floresta, de Villa Crespo, barrios obreros y populares que recibieron el fermento anarquista y comunista que lo signaría para toda la vida. De esos lugares salieron “escritorzuelos” como el Premio Cervantes Juan Gelman, como Andrés Rivera, Ike Blaisten, Luis Luchi, Marek Halter. Y antes, los Tuñón, los Portogalo, los Marechal, los Roberto Arlt. José Luis mamó la cultura de esos barrios. Y fue poeta militante y comunista militante. Y cuando llegó la ruptura, porque en el mundo habían pasado cosas como la Revolución China, la Revolución Cubana, la Primavera de Praga y el Cordobazo, entonces, con los demás, pegó el portazo y se fue a blindar, todavía más, la rosa de Tuñón, y a continuar con el comunismo (poético) por otros medios.
Durante la última dictadura, vivió un exilio interior no menos desgarrado ni doloroso que el de los que habían cruzado el mar. Estuvo más de un año sin salir del fondo de la casa de una tía, por ejemplo, enterándose por los diarios que eran decomisados e incinerados, aquí y allá, los libros de La Rosa Blindada, la querida rosa de Tuñón, la que tanto había cultivado, esa misma que publicó Cólera Buey, Fábulas, Hechos, Relaciones, los mejores libros de Juan Gelman, cuando ningún sello “importante” se hubiera animado a hacerlo. Pasó la tormenta y tal como Noé después del Diluvio, José Luis buscó Tierra Firme en donde poner las nuevas semillas. Allí siguió editando los libros del Gelman exiliado (La Junta Luz, Interrupciones), pero también y, sobre todo, los de las nuevas generaciones de poetas.
Más de 300 títulos alcanzó a editar José Luis Mangieri con el sello Libros de Tierra Firme. Y ayudó, estimuló y abrazó a más de 300 poetas y escritores -no sólo argentinos. También con ellos estuvo, sin falta, cuando hubo que salir a la calle. Tiene razón José Luis con lo que dice en su poema: “lo más pior, lo peor de todo, es el olvido. ¿La muerte? Que venga. ¡Ya vino tantas veces! Pero el olvido, el olvido, ése que no pase. Que no pase nunca”. Aquí en la SEA, y en la memoria de todos, te ganaste un lugar, José Luis Mangieri. Para siempre.