Mónica María Candelaria Mignone nació el 14 de febrero de 1952. Publicamos este extracto del testimonio de sus padres, Chela y Emilio Fermín Mignone:
«El viernes 14 de mayo de 1976, a las cinco de la mañana, un grupo de hombres vestidos de civil y fuertemente armados entró en el departamento de la familia Mignone, ubicado en la avenida Santa Fe 2949, piso tercero A, en pleno centro de Buenos Aires. Dijeron pertenecer al Ejército Argentino y se llevaron a Mónica, según ellos por dos o tres horas, para hacerle algunas preguntas y sugiriendo que le diéramos dinero para el regreso. Desde entonces nada hemos sabido de ella […]
»Mónica tenía 24 años cuando fue detenida. Había concluido los estudios de Psicopedagogía en la Universidad del Salvador; se desempeñaba como docente en la Universidad Nacional de Luján y era concurrente en el servicio de Psicopedagogía del Hospital Piñero de la Municipalidad de Buenos Aires. Asistía igualmente a niños y jóvenes con problemas de aprendizaje.
»Pero la principal preocupación de Mónica estaba centrada en la labor de promoción humana en los ámbitos religiosos, sociales, educativos y laborales, que desde hacía varios años llevaba adelante en un sector –Belén– de la villa de emergencia del Bajo Flores, donde residían miles de familias en condiciones precarias. Durante las vacaciones se trasladaba a la Patagonia para una tarea semejante en poblaciones aisladas, hogares escuela y poblaciones indígenas. Mónica amaba las villas y el sur del país y se identificaba con las alegrías, los dolores y los problemas de sus habitantes. Mónica vivía para los demás, en una permanente y generosa actitud de servicio, olvidándose de sí misma. Esta era su característica fundamental. Lo hacía con alegría, entusiasmo, esperanza y profundidad, divirtiéndose con los jóvenes y sembrando el bien a su alrededor.
»Ese fue su crimen. Por eso las Fuerzas Armadas se la llevaron detenida a la Escuela de Mecánica de la Armada para torturarla y vejarla cobardemente y sin duda arrojarla al mar. Mónica vivía a plena luz, con sus padres y hermanos, en contacto con multitud de amigos y compañeros de trabajo. Los militares se la llevaron indefensa, en forma clandestina, como criminales, y no ha vuelto.
»Nosotros, sus padres, al igual que sus hermanos, tíos, primos y amigos, nos sentimos orgullosos de Mónica y queremos inspirarnos en su ejemplo y sus ideales. Su nombre es un símbolo y una esperanza para el pueblo argentino, esclavizado y arruinado durante largos años por las Fuerzas Armadas. Su recuerdo, que se agranda al pasar el tiempo, nos anima a luchar como ella por los pobres, perseguidos, oprimidos, marginados, presos y detenidos-desaparecidos».
Fofó-Cahuel
Este es nuestro último día en Fofó-Cahuel y quisiera hacer un resumen del mes, pero no puedo. Solo se me ocurren palabras sueltas: cantos, guitarra, alpargatas, colchas, zancos, charlas, diapositivas, títeres, doroteo, gimnasia, caminatas, visitas, mate, noche, luna, estrellas, cielo, maestras, guindas, chicos, soledad, viento, frío, blancura, amigos, domingo, misa… Todas estas y otras más se me pasan por la mente. Enumerarlas es fácil, pero vivirlas juntas en un clima y en un contexto de amor es difícil. Tal vez algo logremos hacer de lo que nombré, aunque no importa mucho. Sé que aprendí bastante en este mes. Compartimos ideas, sentimientos, ratos, charlas, cosas. Descubrí a muchos y encontré a tantos otros. Me miro hacia adentro y me encuentro vacía y llena al mismo tiempo. Es raro, pero me pasa.
Patagonia, 1972
Los comentarios están deshabilitados