«El 17 de mayo de 1975 llamó Manés y dijo que estaba preocupada, porque Jorge no había vuelto a casa la noche anterior. Extraña mezcla de economista y poeta, casado, 29 años y una hija de 3, Jorge Money trabajaba en La Opinión. Según decían, había estado en tratamiento psiquiátrico y Jacobo Timerman había decidido no echarlo, pero sí alejarlo de la redacción, por lo cual lo había nombrado cronista en el Ministerio de Economía. Eso significaba que todos los días, o día por medio, Jorge regresaba de sus andanzas por los pasillos ministeriales y traía un informe con alguna primicia o chimento que, por lo general, redactaba otro. Él y nosotros –sí, nosotros– nos reíamos de esa división del trabajo, porque no creíamos en la gloria del papel prensa. Apostábamos por otros papeles, como los que, una semana antes de que todo esto ocurriera, Jorge me había dado en una carpeta. Eran poemas.
»–Tomá, viejo, leelos y decime algo…
»Los compañeros empezamos a movilizarnos: llamadas a conocidos, a algunos contactos en Economía, al sindicato, a amigos comunes… Nadie sabía nada. Manés llamaba y volvía a llamar al diario, cada vez más angustiada. Enrique Raab –hoy, desaparecido– y yo –hoy, sobreviviente– subimos al primer piso, entramos al despacho de Timerman y le pedimos que se moviera ya mismo y que, al otro día, en su primera página, el diario denunciara la desaparición de Money.
»–¿Otra vez Money? ¿Ese loco? –Timerman se enfureció–. Llamen a Vieytes. Debe estar ahí…
»En esos días, Timerman no tenía tiempo para “locuras”. Vivía la suya propia, como la de creer que, en cuestión de meses, un general “liberal” llamado Jorge R. Videla salvaría a la Patria o, como mínimo, a su patria, su diario, su omnipotencia.
»El 19 de mayo de 1975, en un descampado cercano a las piletas de Ezeiza, Jorge Money apareció acribillado. Tenía las manos atadas con alambre. ¿Por qué la Triple A había matado a un poeta, a un cronista de prensa, a alguien cuyo nombre no fulguraba en ningún estrellato político ni intelectual ni periodístico? Pocos aún entendían que sembrar la muerte sin grandes porqués era una de las técnicas del terror y un anticipo del terror sistemático que se instauraría a partir del 24 de marzo del año siguiente. Cuando la sociedad –incluido Timerman– empezó a darse cuenta, ya fue tarde. No alcancé a comentarle a Money que el primero de los poemas tenía la forma del vientre embarazado de Manés. Nunca, al menos, hasta ahora, cuando su carpeta, que viajó conmigo al exilio, vuelve y vuelve a ser abierta y él, de nuevo en su país, con sus poemas, insiste en la locura de vivir. Y vive.»
[Alberto Szpunberg]
[Poema sin título]
atiende:
si mi hijo
si nuestro hijo
fuera naciera sol o
luna homosexual poeta
o guerrillero ah si creciera
guerrillero o usurero al tanto %
o asesino oficinista vendedor de
peines en el subte o suicida flor
o cardo violador de tumbas o impasible
espectador del mundo comprensible padre de
familia actor de cine Rita Hayworth Tyrone Power
sacerdote verdugo militar terrorista puta carcelero
en la exacta mitad de tu ombligo te explico Manés
que si nuestro hijo recoge la bandera que dejamos o por
el contrario un ejemplo la olvida la traiciona la
veja la vende a razonable precio entendeme
si nuestro hijo mañana es muerto por ir más
allá de donde fuimos o por menos o por
error o por justicia o por lo que sea si
los muertos somos vos o yo o los
dos y él quien nos fusila de todos
modos Manés habremos ganado
porque la libertad es lo único que
debemos legarles a los demás
compañera amiga mía
no tiene mayor
relevancia
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