Wenner Tilo Arenst

Tilo Arenst Wenner nació en General Galarza, Entre Ríos, el 3 de febrero de 1931. Descendiente de alemanes, sus primeras letras las aprendió en una escuela de campo. Realizó diversas tareas agrícolas y fue resero en una estancia de la provincia de Buenos Aires, en General Pirán. Desapareció el 26 de marzo de 1976, 48 horas después del golpe de Estado. Tenía 44 años. Fue director de El Actual (1964), de Escobar, provincia de Buenos Aires. En los anteriores veinte años había cumplido una dilatada trayectoria como periodista y escritor, dirigiendo las revistas Serpentina (1957), Ka-Ba (1958), Pamela 1243 (1959), Mediodía (1963) y Arte y Crítica (1964).

Tilo publicó los siguientes libros de poemas: La pasión rota (1957), Cantos a mi amiga loca, con dibujos de Ángel Juri (1957), Kenia (1958), Magnético, con dibujo de Peter Sussman (1959), Faz de Cordi, con dibujos suyos (1959), Uhr (1960), El pie del vacío, con Sussman (1960), Algunas máquinas imperfectas, con xilografías de Jorge Caillava (1962); y de narrativa: Pájara inteligible(1960), Trasmutación (1961), El libro del vidrio, con grabados de Miguel Ángel Ríos y fotografías de Alfredo Rey (1963), La libertad, la amistad, el amor, con dibujos del autor (1964), y Límite real (1972).

Cuenta su compañera Eliana Naón: “El 25 de marzo de 1976 mi esposo fue requerido por el capitán del ejército argentino Francisco Stigliano, a cargo de la comisaría de la ciudad de Escobar. El día 26 van al periódico El Actualde esa misma ciudad, del cual mi esposo era el director, tres militares –uno de ellos de civil– y lo llevan consigo. Horas después voy a la comisaría y me dicen que a Wenner lo requerían de Superintendencia de Seguridad Federal. Allí fui y me dijeron que no figuraba en lista alguna y que no sabían nada de él. Nunca más lo vi.”

Un día nos reuniremos

Un día nos reuniremos gran suma de minúsculas despiertas y conmovidas
Entonces derribaremos las puertas del tiempo injusto y no habrá nadie entre nosotros que llore por la causa de los ídolos mimosos
Nadie entre nosotros que nos delate con su canto de sirena a los señores de la infecundidad porque habremos cerrado tanto nuestras filas que toda la ternura será nuestra
Entonces no habrá nadie entre nosotros con empacho divino Los curanderos se comerán sus yerbas y se ahorcarán
con sus cintas de medir
Nadie rebelará nuestro poder porque seremos todo el poder
No volveremos nuestros rostros cuando los niños nos sonrían
iremos de nuevo a la escuela con ellos
Entonces no habrá entre nosotros ningún indeciso
Los reclutadores se quedarán sin sueños en el infierno
que les dejaremos por herencia
No nos sentaremos a medianoche en la cama a preguntarnos:
¿sueño o estoy despierto?
Los mesías del valle no podrán ir a las montañas
porque ellas también serán libres
No dejaremos crecer las alas de ningún pichón de águila
Destetaremos los terneros mañosos
Un día nos reuniremos y romperemos todos los contratos
de la providencia, siempre oportuna en desviar el agua
y el aire de nosotros
No habrá invitados especiales entre nosotros
Decidiremos el mundo entre todos.


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