estallamos a un ritmo único
vamos de casa en casa abriendo espejos
y por acuerdo tácito
guardamos los gestos y nuestros nombres completos para el final
(aunque no los decimos nunca en voz alta;
no me nombrás
porque sería imperfecto)
mientras rotás las páginas
la deformidad del libro se va emancipando
hay una botella de agua helada arriba de un mueble viejo que te imita las manos
y también transpira;
también ella le teme a los bordes escalonados del suelo
también ella es un sudoku de celdas infinitas
porción de tiempo que hierve debajo de los tablones
de la sala llena
esta es la fiesta confesional a la que nunca más quisiera faltar
la forma no geométrica
que alguna vez
vamos a tener que aprender a infringir
Vanesa Almada Noguerón
PH “La persistencia de la memoria” – Dalí
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