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Las puertas abiertas

Las puertas abiertas

FRAGMENTO DEL LIBRO DE POESÍA “LAS PUERTAS ABIERTAS”

ETERNA 

(A Marcela)

 

Mujer dulce y querida:

estas pequeñas líneas

en tu honor concebidas;

a todo lo que eres:

creadora de vida

con los simples enceres

que DIOS te ha regalado:

el amor bien vivido,

el que brota a tu lado.

Y digo “vida”, mi alma,

en todos los sentidos:

que no sólo de un parto

se da a luz el amor;

también en la caricia

o la frase fenicia

puede hacerse la flor.

Tus ojos infinitos

calan mi alma de hombre

dejándome sin nombre,

indefenso, chiquito,

pero me inundan pleno

de una paz bien habida

que cierra las heridas

y me torna sereno.

 

…………………………………….

 

Puertas adentro se hallan

mis sonrisas guardadas:

aquellas reservadas,

sencillas, que no fallan

en su enorme tarea

de alegrar la simiente.

Mas, la matriz ferviente

que crece cual marea

es tu alma que me besa,

que tierna me embelesa

y mi risa procrea.

Nada de lo que tienes

– ¡nada, mujer! –

vive puertas afuera.

 

…………………………………….

Todo resumo, esposa,

en tu ser prodigioso:
el viento presuroso,

la quietud de la rosa.

Todo, mujer, intento

darte, pero no puedo:

a brisa apenas llego

cuando quiero ser viento.

Tan sólo este poema

me sale, humilde y puro

cuando de un claroscuro

quiero hacer la diadema;

y te pago con rima

que gratis me atesoro,

cuando vale más que oro

lo que tu ser me arrima.

Porque todo, mi amada,

todo lo que imaginas

navega en tus retinas,

se exalta en tu mirada.

Las virtudes eternas

de toda la existencia

viven en tu presencia

y en un segundo, apenas.

 

…………………………………….

 

Valga el intento vano

de querer dibujarte

cuando tú eres “el arte”

sobre mi verso humano.

Sobre ti, ¡oh, mujer

que eres lo inigualable!

se posa el proceder

de DIOS, inapelable,

que ha dicho: “Hombre pobre,

¡solo no vales nada!

Razón tu vida cobre

viendo al lado a tu amada!”

Y yo, por penitente

del DIOS al que profeso

pongo en mi alma tu beso

y en tu hombro mi frente.

Y así, de DIOS nacida,

mujer que me cobijas,

es que has dado dos hijas

a mi pequeña vida.

 

…………………………………….

 

Todo lo que yo digo,

todo lo que yo pienso

nace en tu fino lienzo,

¡incluso lo que escribo!

Por eso es que hoy arribo,

mujer dulce y querida,

a estas pequeñas líneas

en tu honor concebidas.

Porque tú eres la dueña

absoluta y fehaciente

de toda la vertiente

que por mí se despeña.

Y lo que por tu gracia

vivo, disfruto y siento,

no se irá con mi vida, mujer,

¡no se irá con mi vida…

NI CON TODOS LOS TIEMPOS!

 

¿ELEGIDO?

 

Yo no soy nada más ni nada menos

que sólo un hombre, como aquel que habita

en el más mundanal de los terrenos

y sus sueños en vida deposita.

 

¿Que un Ser llamado DIOS me dio el encanto

de legarle al papel la frase escrita?

¡Eso no me distingue!, sólo en tanto

que luzco en escribir mi fe infinita.

 

Como también la luce en la madera

el carpintero, que a la veta muerde

quitando esquirlas de la rama entera

como astilla y viruta que se pierde.

 

Es tan igual mi verso cual la calma

que ve el labriego en el augusto grano,

porque los dos se sueñan con el alma

y se palpan y gozan con la mano.

 

¿Quién dijo que el obrero de las uvas

no tiene estrofas en sus manos buenas,

y no están los lagares y las cubas

de rimas hartas y de estrofas llenas?

 

También es de poesía la estatuilla

que con amor moldea el artesano,

que va ungiendo su cuerpo con la arcilla

y en cada obra deja un resto humano.

Y así crea poemas el que esgrime

una guitarra, un piano, un instrumento,

y libera el dolor y se redime

dejando en la armonía el sufrimiento.

 

Llena de poesía está la danza,

que en la gracia de cada movimiento

da un soneto inmortal que al cielo alcanza

porque posa sus plantas en el viento.

 

Y en el hombre sencillo hay poesía,

que en el negocio, el taxi o la oficina

intenta rescribir día tras día

un verso que no rime con “rutina”.

 

Entonces: Si cada hombre está embebido

en un poema eterno e infinito…

¿cómo puedo creerme un “elegido”

por el sólo dejar mi verso escrito?

 

Y si – ciego quizás – me lo creyera

y pintara en soberbia mi existencia,

un mar de antiguas voces quizás fuera

lo que ahogara en olvido mi imprudencia.

 

Porque yo sólo soy la tenue raya,

invisible y perdida entre las grietas.

Soy un grano de arena en una playa…

¡y la playa son Todos los Poetas!

 

HOMBRE

 

El hombre aciago vaga por la vida

sin rumbo, sin sentir y sin salida.

 

Quiere creer en algo que no muere

y ni siquiera cree en lo que quiere.

 

Busca la fe en ídolos terrenos,

en pos de lo imposible y de lo ajeno;

 

porque cuenta el dinero con el codo

y siempre falta un céntimo de todo.

 

Ya no sabe luchar contra lo ingrato

porque rendirse siempre es más barato;

 

y es más fácil llorar que consolarse

y aceptar la caída que pararse.

 

Pero por ver el árbol siempre pierde

el bosque inmenso repleto de verde

 

de la esperanza grata que acompaña

a la desolación y su patraña.

 

No puede darse cuenta de lo bello

porque no está dispuesto a asirse a ello;

 

y niega del amor la bocanada

porque está empecinado con la nada.

 

Pero a pesar del hombre todo brilla:

el astro rey, la antorcha y la cerilla.

 

A pesar de los hombres todo canta:

la ola, el río, el ave y la garganta.

 

Y ríe la natura enloquecida

en un ingente esfuerzo por la vida.

 

Hombre: busca en el alma tu morada

gesta del hielo azul tu llamarada…

 

que no hay hiel, pena, llanto ni aspereza

que no sucumban frente a tu firmeza.

 

Porque siempre en el fondo de la huella

puede hallarse el destello de una estrella.

 

Sólo a tu ojo pequeño, ser humano,

puede taparse el sol con una mano,

pero el ojo de tu alma es el que vale,

con el sol del amor, ¡que siempre sale!

 

BÚSQUEDA

 

Busco afanosamente las virtudes;

busco la paz, la libertad, lo bueno;

pregunto sin cesar por el respeto;

pero no vienen; creo que se fueron.

Pasa que los quisiera como aludes

cayendo presurosos al terreno;

sembrando su poder como un decreto;

pero creo, sin fe, que dimitieron.

Llamo a la juventud de juventudes

a crear el amor de gesto ameno;

pero ese amor ya se ha quedado quieto

por las personas que lo destruyeron.

Presiento la justicia en ataúdes

amenazada de un temor ajeno

a no salir, a no plantar su reto

de castigar a los que la embistieron.

Espero el día en que suenen los laúdes

del perdón santo y el vivir sereno,

sin que la intolerancia aplique el veto

al mundo justo que nos prometieron.

Busco ansioso por todas latitudes

queriendo hallar antídoto al veneno,

e identifico al fin al cruel sujeto

por el cual las virtudes perecieron.

Yo quisiera encender las multitudes

y que tomen conciencia que en su seno

debe gestarse el resurgir concreto

de los caros derechos que perdieron.

Los hombres, con estoicas actitudes

tendrán que hacer del mundo un lugar pleno;

la fórmula ya no es ningún secreto:

reconstruir lo que antes demolieron.

 

MADRUGADA

 

¡Qué  misterio, mi amor, la madrugada!;

esa caja sin luces, negro vientre

donde otras luces del amor se encienden

aunque no hagan reflejo en la mirada.

Qué secreto ancestral, qué mito extraño

de los por qué en silencio y sin respuesta;

madre de ese vapor que sube a cuestas

de las alcantarillas, de los hondos

huecos que se adivinan cual trasfondo

del lugar de la Génesis de todo.

Vapor que sube sobre el turbio lodo

incorpóreo, infinito, irreductible,

por el cual toda fábula increíble

se hace verdad sin descubrir su modo.

Hora mágica donde codo a codo

salen espíritus a hacer su razzia,

su inventario final, de oscura gracia

donde pasan revista a la antesala

de aquellos en espera por las alas,

o de aquellos que rondan la parada

de volver a este mundo y su tormento:

¡es por eso que muerte y nacimiento

casi siempre se dan de madrugada!

Fenómeno explicado por sabihondos:

“que la presión de atmósfera que baja

y que el peso específico del cuerpo…”

y las almas se ríen del hombre terco

que insomne busca el nudo en su conciencia

y el Todo es tan inmenso que no hay ciencia

que explique lo que está detrás del Cerco.

 

……………………………………………………………..

 

Pero he dicho, mi amor, ¡la madrugada!

y a ella también le he puesto el sentimiento,

porque las almas que dispersa el viento

también prenden las luces apagadas.

Y en esos devenires de las hadas

– espíritus del bien que se derraman –

salen hasta mi encuentro las palabras

como hijas del misterio, atropelladas,

y me dan este poema, que al ser alma

muere y vuelve a nacer…de madrugada.

 

ETERNIDAD

 

Continuidad absoluta de los tiempos;

persistencia inherente de las cosas;

inmortalidad, naturaleza imperecedera;

falta absoluta de fin; juventud añosa.

Muchas definiciones se han dado

de la eternidad, término inexplicable

que encierra la añoranza más deseable

de todo ser: nunca ser enterrado.

Muchos ingenuos ponderan la prestancia

de las piedras, las joyas y los templos,

muestras ecuestres que mirando al cielo

ven pasar eras, generaciones, tiempo.

Pero esto es un engaño: ¡no ven nada!

Son las generaciones las que miran

e idolatran y adoran como eternas

a un par de estatuas que nunca suspiran.

Yo propongo pensar como lo eterno

a lo que cumple un ciclo, vive y muere

para luego extenderse en otras formas,

en otra dimensión, en otros seres.

El árbol crece, da sus hojas verdes,

que se marchitan caen y se vuelan,

y se transforman en el alimento

del topo que las lleva hasta su cueva.

Del mismo topo que perece un día

y cuyo hueso abona el lecho manso,

donde otro día, como un fiel milagro

verá la vida un bello y nuevo árbol…

que tendrá al tierno pájaro en la rama,

y que le dará nido a sus pichones,

que no habrán de morir sino hasta darle

al árbol otro nido de emociones.

Y está la flor que grava con su aroma

lo etéreo del sistema que la apaña,

como protege el curso de la hormiga,

el río, el musgo, la tela de la araña.

Eternidad no implica no morirse:

todos morimos, ave, árbol, hombre,

y no nos damos cuenta de lo cierto:

que sin duda lo eterno… es EL BOSQUE;

que lo eterno es el mundo, es el conjunto

de moléculas, de aguas y de sales;

no está la eternidad en sólo un cuerpo:

¡todos somos eternos y mortales!

La eternidad tan sólo es permisiva

en todo aquello donde exista vida;

el mármol, el metal, todo lo inerte

no es eterno:

sólo es una imagen persistente más allá de la muerte.

Juan Antonio Piñeyro

PH “Joven en blanco” – Van Gogh


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