Santoro Roberto Jorge

A Roberto Jorge Santoro lo secuestraron en junio de 1977 de la Escuela Nacional de Educación Técnica Nº 25, Fray Luis Beltrán, del barrio del Once, donde era subjefe de preceptores, uno de los tantos oficios que debió ejercer en su vida. Nació en Buenos Aires en 1939 y tuvo una hija. Fue poeta, feriante, armador de sus propios libros, pintor de brocha gorda, músico, militante de la palabra y hasta hizo un curso para plomero. Integraba el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).

Escribió Oficio desesperado, De tango y lo demás, El último tranvía, Nacimiento de la tierra, Pedradas con mi patria, En pocas palabras, Literatura de la pelota, A ras del suelo, Desafío, Uno más uno humanidad, Poesía en general, Cuatro canciones y un vuelo, Las cosas claras, No negociable, las canciones de Lo que veo no lo creo (música de Jorge Custello) y En esta tierra (música de Raúl Parentella) y la “tragedia” musical En esta tierra lo que mata es la humedad, representada en 1972 en un teatro de la avenida Corrientes.

Colaboró y ejerció la crítica literaria en distintos medios gráficos. Entre las publicaciones en las que participó en la Argentina, México y Guatemala, figuran el diario Crítica, Cormorán y Delfín –revista internacional de poesía–, La hipotenusa –humorística–, Amistad, ¿Por qué?, Vigilia, Cero, Tiempos modernos, El maravilloso mundo del fútbol (de El Gráfico) y Crisis.

Tengo que volar un beso

a Guillermina Cabrera
muerta por una bomba


había una vez un hilito
de alegría una mano como una flor

trilla el aire un globo torpe
y un gajo empuja una caricia de sangre

se lleva la grieta aquel miedo al Cuco 
la posibilidad del ángel
la mano
el montoncito de vida

y ahora qué más da saber que hay un muñeco sin brazos
un zapatito roto
yo sé que sabía las otras palabras

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