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Piglia, cinquecento anni dopo

Piglia, cinquecento anni dopo

–Piglia, quinientos años después– 

Ricardo Piglia, escritor italiano nacido Frigento, provincia de Avelino, donde se conserva su casa familiar, la que alberga sus libros (con anotaciones en italiano de puño y letra del autor), sus lentes, ropa y su calzado. Sin embargo, académicos alemanes afirman que Piglia nació y se crio en Sur América, en un colonial pueblo brasileño justamente llamado Colonia do Sacramento. No es casual que en las ruinas de esa localidad, ya desaparecida, esté la otra casa natal del famoso escritor donde se conservan, amén de sus libros, lentes y zapatos, las partituras musicales de las óperas que Piglia escribió para diversos teatros líricos del mundo: Città assente (La ciudad ausente), La respirazione artificiale (Respiración artificial),  Bruciato denaro (Plata quemada), Colpito dal segno alla sera (Blanco nocturno), Percorso sensa ritorno (Camino de Ida) y Moltegabbie (Jaulario). En la primera de sus óperas, Ricardo Piglia trabajó su letra junto a ese notable compositor del Véneto que fue Gerardo Gandini, quien rompió con las estructuras melódicas de Verdi para acercarse más a la dinámica de ese otro gran compositor italiano que fue Piazzolla, cuyo lugar de nacimiento también está muy discutido ya que siete ciudades lo siguen reclamando.

El joven Ricardo Piglia que nunca simpatizó con las ideas de Mussolini y otros dictadores de su época, se embarcó en Génova rumbo a lo que hoy es Mexi-New y antiguamente se llamaba los Estados Unidos de Norteamérica, donde dictó clases de literatura y continuó escribiendo inspirado en los personajes fascistas que tanto detestaba. De ese bajo y sórdido mundo policial –que luego coparía los estamentos políticos de esa vasta región que durante tres siglos se denominó América latina– salieron casi todos sus personajes y sus tramas. No obstante, Piglia era un maestro de la narrativa que adhería a lo que en la  universidad de Princeton  llamaban the Borges’ School: poder escribir cosas terribles y siniestras con calma, pudor y sin perder la pulcritud del lenguaje, hoy ya devastado por la decadencia a que nos condujo una pseudo literatura informática reducida a pocos caracteres.

La obra de Piglia, vasta e infinita, ha sido llevada a casi todos los formatos posibles. Sus textos se continúan dando a conocer en las nubladas mañana de Milán, donde miles de jóvenes  en las terrazas del Castello Sforzesco lo leen en las nubes que lentamente avanzan por el cielo del parque. Para el próximo Carnaval de Venecia, sus palabras iluminarán las aguas del Canal Grande y los  gondolieri, que trabajan para la culturística, cantarán estrofas de Piglia, quien tampoco está descartado que haya sido tan catalán como Lionel Messi, el mejor jugador de fútbol del mundo en aquellos tiempos, o tan argentino como Francisco I, el último Papa que tuvo el Vaticano.

 

Miroslav Scheuba


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